Hace un año nadie había escuchado sobre él. Su apellido explicaba exactamente su condición. Andrés estaba Guardado en las fuerzas básicas del Atlas, esperando que su momento llegara. Sin sospechar lo que el futuro le tenía preparado, su objetivo era simplemente debutar en Primera división.
Han pasado doce meses desde entonces y la vida de un joven de 19 años ha cambiado por completo. Andrés Guardado cumplió su sueño y debutó en la máxima categoría del futbol mexicano. En realidad, hizo mucho más que eso. Desde que puso el pie por primera vez en un partido profesional, sorprendió al país con su inteligencia, su descaro y su velocidad.
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